La propuesta agroecológica es un camino emergente, en tensión dinámica con un enfoque hegemónico de conocimiento y de organización socio-política en nuestras sociedades latinoamericanas. Ha tenido en los últimos años un extraordinario crecimiento en el continente y en Argentina. Esta emergiendo – otros dirían volviendo, y lo hace con una cantidad inconmensurable de sentidos, de luchas, de identidades, de utopías, de miradas y experiencias, sin disponer de un solo conductor centralizado. En efecto, existen varias “fuentes” legítimas de pensamiento e acción transformadora de los agrosistemas: los productores y consumidores organizados, las universidades, las comunidades y las iniciativas locales, los movimientos urbanos, los movimientos populares y las luchas sociales, los territorios…etc. Todos estos actores forman parte de una construcción en marcha que requiere marcos de gravedad y de convergencia.
El V Congreso Latinoamericano de Agroecología que se desarrollo en La Plata, Argentina, del 6 al 9 de octubre 2015, marcó un hito significativo en este camino. Con la asistencia de aproximadamente 2 000 participantes argentinos y latinoamericanos, ha constituido un proceso de importante relevancia simbólica y de movilización a nivel local y regional. Como integrantes de su organización, creemos que el éxito de este Congreso no ha sido solamente gracias a una participación amplia e intensa, un equipo operativo “aceitado” y a los imprescindibles compromisos institucionales. Sino que ha logrado quizás ante todo adecuar mejor “su formato a estos tiempos”, dando lugar a una mayor pluralidad de voces y apostando en la construcción social y conceptual de manera participativa.
En lo concreto, una veintena de mesas temáticas, seis conferencias centrales y más de 300 comunicaciones de trabajo se desarrollaron horizontalmente durante los cuatro días de encuentro . Frente al desafío de captar esta riqueza conceptual “diseminada”, el equipo organizador decidió emprender un esfuerzo de sistematización y mapeo conceptual, focalizados particularmente en las mesas temáticas y las conferencias. Hay que reconocer que pocas veces se puede, por razones de prioridades o recursos, darse el “lujo” de sistematizar los debates y concebir los encuentros como una etapa particular dentro de un proceso más extenso donde los participantes puedan seguir analizando y socializando los pensamientos colectivos. En este caso, el esfuerzo se logró y permitió consolidar un escenario de construcción colectiva más arraigado en la diversidad de sujetos y voces. Recordamos que esta sistematización fue realizada por un equipo de estudiantes voluntarios de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales de la Universidad Nacional de La Plata y coordinada por docentes de esta misma facultad junto a la Coordinadora de movimientos populares para la integración latinoamericana.
El proceso de trabajo que se propuso consistió en extraer los lineamientos esenciales de la presentación de cada penalista/conferencista en torno a cuatro dimensiones transversales:
- 1. Pensar
- 2. Gobernar
- 3. Financiar
- 4. Hacer
- 5. Otros
Se incluyeron también los elementos del debate colectivo posterior a las presentaciones. Los apuntes sistematizados fueron compartidos luego de cada jornada de trabajo y se encuentran volcados en el sitio agroecologia-socla2015.net de forma pública y abierta. Luego fueron analizados y reorganizados mediante la herramienta informática libre Desmodo, bajo la forma de mapas conceptuales . Por otra parte, las experiencias y trabajos científicos han sido recopilados a través de la siguiente plataforma memoriasocla.agro.unlp.edu.ar.
Ahora bien, ¿Qué podemos aprender de todo esto? ¿Es posible extraer perspectivas emergentes de los debates a partir de los aportes de cada sesión temática? ¿Hay una matriz común o rutas trazables en este océano conceptual de casi dos mil propuestas e ideas recolectadas?
Nos encontramos precisamente en esta nueva etapa de la construcción: la de arriesgarse a trazar rutas colectivas y sintetizar las miradas, interconectando las ideas entre unas y otras. Afirmamos que esta tarea ética e intelectual no sólo es posible y estratégica en el campo de la “vía agroecológica”, sino que abre una relación a suma positiva entre dos centros de gravedad de la acción transformadora: la unidad de perspectivas y la diversidad de batallas e iniciativas.
Muchas veces estamos involucrados en una batalla temática particular, mientras el sistema hegemónico avanza de forma global y se nos adelanta en la batalla estructural. Por ello, en esta etapa del movimiento agroecológico, decidimos no mirar exclusivamente la creación de marcos de acción común a costa de la negación o de la uniformización de las luchas particulares, o vice versa. A contrario, elegimos apostar en que ambas puedan amplificarse mutuamente, a condición de construir una tensión creativa entre ellas.
Además de plantear este ejercicio de pensamiento colectivo y propio, el boceto que proponemos a continuación esta motivado por el carácter crítico y “transgresor” que surge de la mirada agroecológica. No sólo desde/sobre los agrosistemas, sino también sobre casi todos sus subsistemas interrelacionados: sistema de poderes y organización social, sistema de enseñanza y conocimiento, de ética y valores, de economía y tecnología…etc. Tanto en lo global que en lo local, nos situamos en un tiempo de crisis civilizatoria y de transición incierta, donde lo nuevo que tarda en aparecer, cohabita con los rezagos de lo caduco y deja inevitablemente lugar para riesgos y reflujos regresivos. De hecho, asistimos al inicio de un nuevo ciclo de ofensiva neoliberal que esta presionando una vez más a todos los sistemas políticos y socioambientales de los países latinoamericanos. En este escenario, siempre nos viene bien hacer un balance coyuntural, poner las críticas y las propuestas en la mesa, socializar convicciones y utopías, y ensayar una proyección de corto y largo plazo. Las propuestas formuladas por el Congreso, si bien surgen todavía de una suerte de “micro-ámbito” lejos de expresar el conjunto de la agenda social, abren un potente ariete para entender el mundo desde una mirada sureña. Por eso mismo, en estas lineas tentativas e inacabadas, optamos por usar un tono no neutral e informativo, sino militante y dialéctico: a la vez subjetivo, sumergido en el entusiasmo de un “nuestro” en construcción, y a la vez objetivo, obligado en enredar el análisis en otros territorios subjetivos y conceptuales.
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